Nos encontramos en el mundo del ex-ceso. Cuando algo nos parece bueno, apetitoso, estimulante, exitoso, tendemos a repetirlo, a consumirlo hasta la saciedad. Por eso, los sistemas se vuelven obesos y, después… paralizantes y superpesados.
Hay excesos en todos los ámbitos: la política, los medios de comunicación, la economía, la reinvindicación social y sindical, el arte en todas sus variantes, el deporte… Hay excesos en el ámbito personal: el lujo consiste en las necesidades que tenemos después de haber cubierto todas nuestras necesidades, las adicciones (sexuales, lúdicas, consumistas, políticas, deportivas, religiosas…). El exceso enferma a la sociedad: la descentra, la enloquece, la paraliza ¡Qué difícil es mantener aquello que es bello, bueno, interesante, en su justa medida y proporción!
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