¿Cuántos años de vida se le da a este grupo? ¿Qué pasará cuando ya no estén? ¿Quienes son y de qué forma se preparan quienes sostendrán la antorcha de la vida religiosa hacia el futuro? Estas fueron algunas de las preguntas que como Hermanas Latinas nos hicimos al participar en la Asamblea anual de la LCWR. Seis hermanas, de diferentes congregaciones, representaron a AHLMA en la Conferencia LCWR en Scottsdale, AZ. del 13 al 17 de agosto de 2019.
El liderazgo no se improvisa y la sabiduría acumulada, la experiencia de años y conexiones concentrada en el salón de eventos donde se llevó a cabo la asamblea, necesita ser compartida y proyectada a las nuevas generaciones de religiosas internacionales, cuyo número va en aumento en este país. La antorcha de la vida religiosa se debe pasar, pero exige preparación y disponibilidad de ambas partes para preservar, mantener y avivar la llama de la profesía, contemplación, itinerancia y compasión que caracteriza a la vida religiosa.
Gracias al apoyo de la LCWR, las Hermanas Maritza Cisneros, Ana Cecilia Montalvo, Rosa Hernández, Reyna González. Nueva York, Nereida Olmedo Santiago y Cecilia Sierra vivieron esta enriquecedora experiencia junto a más de 633 superioras de congregaciones religiosas del país y otras 100 invitadas. Todas las hermanas de la Junta Directiva de AHLMA estuvieron también presentes en la asamblea.
Durante el evento, se evidenció la entrega y servicio de la Hna. Norma Pimentel en la frontera sur. La Hna. Pimentel recibió el premio que otorga la LCWR anualmente a una mujer que sobresale en liderazgo. La Hermana Norma Pimentel, MJ, directora ejecutiva de Catholic Charities del Rio Grande Valley ha sobresalido por su servicio como una de las más grandes defensoras de migrantes en el país.
Se eligió además a la nueva presidenta del LCWR. La Hermana Elise García, OP, Consejera General de las Hermanas Dominicas Adrianas de Michigan, quien se identificó como Latina. Desde la dimensión intercultural que la define, ofrecerá su servicio de liderazgo en la vida religiosa por los próximos tres años.
Atesoremos esta experiencia permitiendo que impacte, influya y proyecte nuestra vida consagrada y ministerio ahora y en el futuro. Experiencias de este tipo son regalos en el camino de itinerancia que como vida religiosa realizamos.